miércoles, 29 de octubre de 2008

Les accroche coeurs



Cada segundo fin de semana de septiembre desde hace diez años se celebra este festival en la ciudad de Angers. Cambia toda su estétita en base a una temática, que este año ha sido el viento. Animan además a la población a que se disfrace de modo acorde a dicha temática y a quien lo hace se le permite viajar gratis en el servicio público. Una gran idea.




Mi primer contacto con el festival fue en la misma estación de trenes, al regreso de mi viaje a Nantes. Cuando me dirigía del andén a la salida escuché una música muy movida, que animaba a bailarla y justo ante la salida allí se encontraba el foco: Le Gros Tube, una banda de jazz fusión, que consiguió animar el festival, o a mí al menos, cada vez que los vi. Además, la estética de abrigos de pelo con la barriga al aire, gafas de sol y pantalones rosa resultaba totalmente estrambótico. Si lo encontráis por internet os recomiendo escucharlo.


Por todos los rincones había decoración, un teatro, un espectáculo ambulante, un malabarista, un concierto... todo gratuito. Mucha gente en las calles y poca basura, hecho que nos llamó especialmente la atención. A pesar de ser fiesta la gente no se dedica a beber y tirar la mierda al suelo, parece utópico.

A pesar de que había varias actividades al mismo tiempo era díficil poder disfrutarlas plenamente. Para encontrar un buen sitio necesitabas ir con mucho tiempo de antelación y en las que tenían aforo limitado nos quedamos fuera. Conseguimos ver una parodia, un teatro de Don Quijote modernizado y un espectáculo de altura en el cual todo me parecía muy subrealista. Con gran pena de mi alma llegamos tarde a la función de Pipo el payaso.




Era también posible encontrar mercadillos y zonas para comer en puestos. Nota: aquí los churros se llaman chichis, lo cual por supuesto nos sirvió para hacer más de un chiste fácil.



Consejo: si se quiere conocer Angers, esa es la fecha.

jueves, 23 de octubre de 2008

Vie quotidienne

A pesar de que leyendo mi blog no lo parezca, los erasmus también tenemos una rutina diaria. En esa rutina hoy ha sido un mal día, uno de esos en los que preferirías no haberte levantado. No ha ocurrido nada especial, o mejor dicho, no ha ocurrido nada. Podría borrar este día de mi vida y seguir tan tranquila, pero dado que aún no ha terminado, le daré una oportunidad y en media hora iré a nadar. Hasta entonces os relataré esta mi rutina.

A unas 7.45 no muy fiables, ya que tengo una hora diferente en cada reloj, me levanto o hago como la que se enreda por las sábanas unos minutos. Tras esto y escuchando las noticias en francés, para situarme, realizo el ritual de no olvidar lo que tengo que llevarme a la ducha y me dirijo a través del gélido pasillo hasta los baños. Limpia, vestida y orientada tomo el desayuno con noticias españolas para saber cómo va ese mundo. Olvido sacar la basura cada mañana y que los guantes que tengo en el bolsillo del abrigo están rotos, pero ya es tarde para volver y sólo tengo tiempo para pedalear hacia el hospital. Frío, es lo que me espera cada mañana, alegría de ver cómo avanzo con mi "burra" mientras los coches se amontonan por los cruces; peligro junto al castillo, donde los que van tarde se saltan el ámbar sin piedad a peatones y bicicletas. A menos 10 paso por debajo de la catedral y sus campanas me indican que va todo según lo previsto, ya sólo quedan unas pedaladas y pasar por el puente donde el termómetro no engaña y si tengo suerte llega a los 11 grados. Al acercarme al hospital miles de bicis de caras conocidas pedalean a toda velocidad, todos los estudiantes, que entramos por la puerta principal y de allí nos dispersamos a los diferentes servicios, parece la hora del trabajo en Eduardo Manostijeras. Nos falta cantar "aijó, aijó..."

En el servicio, calor, mucho calor, y en días como hoy, nada especial que hacer. Ordenar los resultados de laboratorio, hacer algún ECG (electro) y poca cosa más. A veces buscamos alguna entrada, para poder historiar al nuevo paciente, pero esta semana no ha habido mucha suerte. Tras esto la visita y lo que nos manden. Eso es lo que somos, unos mandados, nada de estudiantes, aunque prefiero ser lo primero ya que implica acción.

Esta semana he descubierto algo maravilloso. Puedo comer gratis en el hospital. La coordinadora no me dijo nada, pero me lo comentó una alemana que se lo había comentado otro alemán... así que me he hecho con una tarjeta para comer todo lo que quiera hasta junio, maravilloso. Lo mejor es que además de no pagar nada, la comida está mucho más buena que en el comedor universitario y no tengo límites, ¿10 postres? 10 postres, aunque no lo haré para evitar ser albalix. Me gustaba el ambiente internacional que se respiraba en el otro comedor, ya que hay muchísimos erasmus y estudiantes de máster. Pero hay que ser práctica, para ser cosmopolita puedo esperar a la soirée.

Mi cocina es un poco ONU, pero nos llevamos bien y nadie manda, aunque la limpiadora pone resoluciones por las paredes en las que amenaza con cerrarla si no cumplimos sus órdenes, podríamos decir que es como Condoleezza. Pero puedo preguntarle a mi vecino argelino qué cocina mientras que las peruanas me dan chicha morada para comer y el gabonés me explica qué es la mandioca. Los franceses son cascarón de huevo, ya que la mayoría tienen el tupper de mamá y cuando no es así la alternativa es pasta-pizza.

Algunas tardes tengo clases, otras no y otras no voy. Generalmente vuela el tiempo haciendo planes, yendo a clases de francés, haciendo encuentros como el que tuve el lunes... encuentro de las familias. No consistía, ni mucho menos, en defender una estructura clásica de familia frente al Papa, ni similar. Era una reunión en la que familias francesas que quieran tener contacto con estudiantes extrajeros hablaban con nosotros y "nos escogían". Yo tristemente no salí al mercado, ya que me cogió la coordinadora antes de la reunión (siempre supe que era una buena pieza, je) Mi familia consta de un matrimonio muy simpático y bastante enrollado, ella Sonia, él Mica y el pequeño de 8 años que no conzco aún. Para darle emoción han cogido varios estudiantes, así que actualmente tengo un hermano indio y otro brasileño, somos como la familia jolie- pitt, pero más guapos, por supuesto.

Ahora os abandonaré y me iré a la piscina, aunque no sé si llamarla así. La descubrí la semana pasada. Anteriormente iba a una que según el gordito (michelin) está un kilómetro más lejos. Hay que ser torpe. Así que bici en manos y en pies me dirigí a la nueva piscina. Lo peor y mejor es que está cuesta arriba, es duro llegar, pero a la vuelta no se pedalea. En la subida pensaba que me moría y descubrí que está frente al cementerio del Oeste, supongo que habrá más de un nadador allí, DIOS QUÉ CUESTA. Al entrar no supe dónde estaba. Esperaba una piscina donde nadar. Nada más lejos de lo que descubrí. Luces de colores, música, plantas, animales (falsos) colgados del techo... Desde fuera era una cúpula blanca algo espacial que parecía que albergaba a ET cuando se pone blanquito. Dentro era otro mundo. Sólo había una calle para nadar, o si se puede considerar nadar lo que hacían allí. Sólo tengo que decir que probablemente yo era la que mejor nadaba... El resto de la piscina estaba ocupado por bañistas libres que se dedicaban a hacer un poco el tonto: iban, venían sin dirección exacta, saltaban o sencillamente hablaban. Es como si hubieran abducido a un grupo de gente en Matalascañas y las hubiesen metido aquí, faltaba sólo el de la coca-cola y las papas. Nadé un rato por la calle de nado, pero cuando pasé a hacer piernas con tabla me cambié a la zona de baño libre. Era como el mercadillo de las piscinas: música, gente gritando, uno que se cruza nadando, otra que te pone el culo en la cara, otro que pasa buceando bajo ti... llegó un momento que estuve tan perdida que me puse a buscar a Wally.

Creo que lo conseguiré. Me voy inmediatamente a la piscina a hacer del día de hoy algo más grande... Deseadme suerte.

sábado, 18 de octubre de 2008

... París

Quise publicar esta entrada a continuación de la primera, pero el cansancio y las obligaciones me superan.

Tras una esperada dormilona, el domingo me desperté preparada para seguir la batalla de París,
comprobé que desde nuestra ventana se veía la torre Eiffel (allá en la distancia, pero se veía).

El primer destino, que nos llevó toda la mañana, fue el paseo por Montmartre. Barrio que enamoró a muchos artistas y que sin lugar a duda conserva su encanto, pisoteado como no, por la avalancha de turistas.

Yo no pude evitar ir recordando en cada lugar que podía escenas de Amélie. Incluso quería buscar la estatua que señala al cielo, pero Lobo me recordó que se trataba de un mimo. Aun así, antes de subir al Sacré coeur pude ver y hacerme una foto, por supuesto, con el carrusel (que no deportivo). El ascenso fue pesado, pero no por el calor que hacía ni siquiera por los cientos de escalones, no, sino por todos los vendedores ambulantes engañaguiris que había concentrados, pesadísimos.

Todo lleno de turistas, a veces era imposible hasta caminar. La mayoría, españoles. La basílica, que está en lo alto del monte Montmartre, es una muestra de arrepentimiento tras la guerra francoprusiana de 1870- 1871 y fue construída en 1919. Cuando entramos se estaba oficiando una misa, estaba llena entre asistentes y penitentes (casi parecía el salto de la reja) En su interior pude leer en un mosaico que durante la segunda guerra mundial Montmartre fue bombardeada y que cayeron 13 bombas junto a la basílica, pero ninguna hizo
daño, lo cual fue considerado casi como una intervención divina. (yo lo calificaría de mala puntería porque la basílica es bastante grande...). Por cierto, el cura era Woody Allen.






En los alrededores de la basícilica estaba la fiesta de la vendimia. Múltiples casetas en la que podías degustar vino y otras especialidades de la zona y por supuesto también podías comprar. No sé si fueron alucinaciones, pero yo sólo oía hablar español.





La vendimia de Montmartre es muy conocida, al menos aquí, porque hay viñedos en el barrio. Se trata de una zona que en un principio se creyó que desaparecería con la construcción de casas, pero que el movimiento de los vecinos supo conservar. Actualmente sigue existiendo, se cultiva y los beneficios son donados altruistamente.





Estuvimos caminando por el barrio, aunque reconozco que el cansancio y la muchedumbre hicieron del paseo más bien un recorrido. Aun así, las casas, las cuestas, las escaleras, algún viejo molino y las plazas resultaban agradables a la vista, con mucho encanto.

Terminando nuestro recorrido matutino, y justo antes de llegar junto al Moulin Rouge, lo encontré, allí estaba, desde fuera nunca lo habría reconocido, pero una vez dentro no había duda: les deux moulins bar en el que Amélie trabaja de camarera. Creí que era un lugar ficticio, pero existe realmente y es muy reconocible, ya que respecto al de la película sólo cambia que en la realidad no existe estanco, pero ¿quién quiere una estanquera hipocondríaca?





Tras esto teníamos el tiempo contado, Lobo debía coger el tren a las 5 y aún nos quedaban un par de visitas importantes. Así que tras comernos unos bocatas junto a unos locales de ocio cercanos al moulin Rouge, cogimos en metro en dirección a Notre Dame.

Llegados a la Île de la cité donde se sitúa la catedral, me sorprendí porque esperaba que fuera mucho más alta. Leímos en la guía que tardó en construirse un par de siglos, del XII al XIV. A pesar de eso y de los diferentes arquitectos que intervinieron en la obra, guarda gran homogeneidad y es considerada como una de las obras maestras del arte gótico.



Como dato curioso, justo en la puerta del templo se encuentra el punto cero francés, lugar de referencia para el kilometraje de todas las carreteras del estado.


También están señaladas antiguas calles que partían de ese punto y pero que después terminó convirtiéndose en plaza. Además nos contaron que por allí pasa el meridiano de Greenwich, aunque no encontré ninguna indicación salvo unas cruces en el suelo de sospechoso origen.


Tras dar un paseo por la isla, cruzamos de nuevo a tierra firme y paseando entre tenderetes que se extendían a lo largo de la orilla del río, al cruzar la mirada vi esto en la otra acera:


No pienso decir qué es, bueno, lógicamente es una librería, pero le daré un gallifante a la persona que me diga qué película comienza aquí. Tictactictac tilítilín...

Lobo no juega, que ya lo sabe, de hecho me hizo la foto.

Si os fijáis a la izquierda de la foto están unos estadounidenses haciendo campaña para que los ciudadanos que estén fuera del país voten en las elecciones, aunque creo que no eran de ningún partido en particular.

En último lugar nos dirigimos a los jardines de Luxemburgo. En un principio perteneció a María de Médicis, que al quedar viuda en su segundo día de matrimonio decidió cambiar su residencia, dejando atrás el palacio del Louvre para ir al barrio latino. Allí vivió en el Palacio de Luxemburgo que contaba con unas 7 hectáreas de jardines, que fue ampliando poco a poco a través de la compra de terrenos adyacentes. En la revolución francesa se utilizó de cuartel y actualmente acoge al senado.



Los jardines que están abiertos al público, tienen una extensión de 25 hectáreas. Napoleón se lo dedicó a los niños y actualmente son los que más disfrutan del parque. Es muy variopinto ya que puedes encontrar desde mayores leyendo el periódico o libros, hasta grupos de jóvenes que están reunidos y comiendo. Hay pistas de tenis, huerto, panales, zonas de juegos infantiles pero de grandes magnitudes. De hecho estas últimas fueron la que más llamaron nuestra atención. Era un lugar enormes con tirolinas, columpios, balancines y todo lo habido y por haber; lleno de niños, eran como fraggel rock borrachos: corrrían, saltaban, sin ninguna dirección y con una media de una caida por segundo. Los niños sencillamente aterrizaban y cuando se levantaban ya se había caído otro. Muy gracioso. También tenáin piscinas de arena para que los niños hicieras castillos, jugaran con el rastrillo y la pala y, según pudimos observar, también para lanzar arena a la cara de tu hermana. Para los más mayores había explanada de petanca y mesas con tableros de ajedrez, ambos llenos de jugadores y de no jugadores seguramente diciendo lo que debían hacer.




En el cercado del parque había una exposición fotográfica de la cual me llamó la atención esta foto. Explicaban que el pingüino es un animal muy curioso. A mí me parece muy graciosa. Después he podido leer que hay exposiciones fotográficas durante todo el año y muchas veces exposiciones que explican funcionamiento y decisiones del senado, ya que aquí, al no ser elegido directamente por el pueblo, el senado no goza de mucha popularidad.


A la salida del parque me tocó despedir a mi Lobo. Y una vez deslobada di una vuelta por el barrio Latino, donde entre otras cosas de interés, entre ellas los edificios de la Sorbona y el Panteón de los franceses ilustres. Como ya dije anteriormente grandes edificios= edifición. Como curiosidad, la primera mujer que entró a formar parte del panteón fue Marie Curie (que originariamente era Polaca y de ahí el polonio que le causó la muerte), pero dado que estaba casada con un francés ahí está o mejor dicho ahí están sus restos desde 1995 (tuvo que esperar para ser célebre)




Para terminar y como última curiosidad, este cine, que llamó especialmente mi atención. Proyectan películas de cine clásico. Un maravilla. Quizás en la foto no se aprecie, pero la película en cartel es Encadenados (película de Hicthcock protagonizada por Carry Grant e Ingrid Bergman y muy intensa)





Termino mi reportaje esperando que os haya gustado y que hayais aprendido algo nuevo sobre París, esa gran ciudad imposible de conocer en dos días.


Sin ti las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las de ayer. Hipólito.

martes, 14 de octubre de 2008

París...

Hola a todos, estoy de vuelta. Tras una semana bastante atareada me dispongo a manteneros "algo" informados de mi vida francesa.

Este fin de semana he hecho la visita obligada de todo erasmus en Francia... París. Era mi primer encuentro con la ciudad. Esperaba que no me decepcionase y no lo ha hecho. En ocasiones, escuchamos maravillas de una ciudad y creemos que nos encantará cuando la visitemos y sin embargo hemos puesto expectativas tan altas que resultan imposibles de alcanzar y caemos en una gran decepción. Pero París puede con todo eso.

De camino a la ciudad en el tren conocí a una logopeda francesa que iba a casa de su novio a celebrar su aniversario. En un principio tuvimos una conversación circunstancial, sobre qué hacía yo en Francia y tal, pero el tiempo la volvió interesante. Finalmente terminó dándonos a Silvia y a mí una miniclase ya que le había preguntado por determinadas pronunciaciones que me resultan imposibles. Ahora sé cómo tengo que colocar los labios, pero aun así, no me suena bien.

Al llegar a la estación de Montparnasse allí estaba mi lobo, que se había comprado un vuelo a última hora para pasar el puente en París (después pudimos comprobar que no era el único español al que se le había ocurrido tan brillante idea). Nos dirijimos al albergue, que era muy barato pero tenía en sus alrededores unos pintas que como mínimo vendían tabaco. Tras dejar las cosas decidimos dar una vuelta y nos dirigimos al Moulin Rouge, que estaba sólo a unos minutos. Una vez nos fuimos a la cama porque, al menos yo, estaba muy cansada.



Al día siguiente nos calzamos con conciencia de japonés, pero con la intención de no llegar a estresarnos. Teníamos todo el día para ver cuánto pudiéramos y así hicimos. Cogimos metro en dirección a la Tour Eiffel... "no había visto más hierro en tó los días de mi vida". Ciertamente impresiona, yo recordé un monólogo en el que la citan y Lobo hizo el chiste de que la torre no tiene anemia (malo, malísimo). Como un viaje no puede empezar bien siempre, había mucha niebla, por lo que no merecía la pena subir. Comenzamos un tour a pie, que duró hasta la puesta de sol y que por supuesto terminó en la Tour Eiffel.


Pasamos por la escuela militar, el Hospital de los Inválidos, que se encuentra junto al museo militar donde reposan los restos de Napoleón; la asamblea nacional y tras atravesar el puente de Alejandro 3 decidimos comer. Podría hablaros un poco de cada lugar, pero creo que la entrada sería eterna y además tengo que reconocer que tengo conocimientos limitados porque las guías que llevábamos eran "guía básica, lo más importante.." No os las recomiendo bajo ningún concepto. Tienen información extremadamente básica y no permite disfrutar de la visita. Deberían llamarse "guías hiperbásicas" o algo así.

Con el glamour que nos caracteriza, decidimos tomarnos un bocata de tortilla de papas con pimientos fritos en unos jardines junto al Louvre y picotear un poco de jamón que había traído Fernando. Todo un placer. Mirad que contentos nos quedamos...

Una información que sí pudimos leer en la guía es que para ver bien el Louvre, el museo más grande del mundo, se necesitan unos 9 meses. Así que siendo realistas decidimos verlo solamente por el exterior ya que los palacios (eran originariamente dos edificios que han sido posteriormente unidos) son en sí una maravilla.
Tras una visita general, ya que no teníamos tiempo para más, nos dispusimos a hacer la gran caminata... Campos Eliseos. Una gran avenida que pensé en recorrer en treinta minutos que resultaron ser sesenta. No había contado en mis cálculos con el factor gente, mucha gente, tanta que en determinados tramos no se podía andar. Me resultó un paseo horrible, no el lugar, sino las circunstancias. El principio al menos era agradable a la vista, con jardines a ambos lados, pero la zona cercana al arco del triunfo se ha convertido en cualquier gran avenida (pero más grande aún) dada al consumismo desenfrenado, con las típicas tiendas de empresas multi o transnacionales.
Me alegré de llegar al arco del triunfo más por salir de aquel tumulto que por conocer el monumento. Una vez debajo me di cuenta de lo impresionante que es. Por supuesto lo mandó construir Napoleón, en conmemoración de la victoria en Austerliz en 1805, aunque murió antes de que se terminara. Hay relieves con escenas de batallas y están también escritos los nombres de los combatientes destacados y las batallas ganadas. Flameaba una llama junto a unos ramos de flores en honor de algún militar francés muerto recientemente.




A punto de ponerse el sol, nuestros pies nos pedían descanso, pero consideramos que la visita a la Torre Eiffel debíamos hacerla este mismo día. Me gustaba la idea de ver ponerse el sol en París desde la torre, pero no sería tan romántico, una extensa cola con una pureza del 70% de españoles me lo impidió. Aun así, la vista nocturna desde la torre es preciosa. No sé si no lo es en otro momento, pero desde luego recomiendo subir también por la noche. Pierde un poco el encanto con tanto turista encima, aunque siendo yo también turista supongo que tengo parte de culpa. La iluminación suele darle un encanto especial a la torre, aunque ahora la tienen con un azul luminoso que desde mi punto no le favorece nada. Este color es para conmemorar la presidencia francesa de la unión europea, que espero que termine para poder ver la torre en estado natural.



Con los objetivos cumplidos, al menos en el primer día, decidimos que era hora de meternos un homenaje y eso hicimos. El bar recomendado en la guía nos cerró en la cara, pero improvisamos uno donde comimos muy bien, por no decir malas palabras, amenizados por música de calidad (Europe por ejemplo). Cansados, muy cansados, volvimos al albergue para caer muertos en la cama.
Lo que más me sorprendió fue la grandeza de todo París, ¿una avenida? no, un avenidón; ¿un edificio? no, un edifición... y así todo terminado en ÓN. Muy majestuosa, colosal y por supuesto con gente, mucha gente, muchos turistas y muchos españoles.

La segunda etapa del viaje ha de esperar a que mi cerebro funcione, ya andaba un poco ralentizado en esta entrada, lo habréis notado y ahora está a punto de formatearse. Ahora sólo quiero comer y dormir para mañana rendir en el hospital.


Buenas noches

domingo, 5 de octubre de 2008

Nantes

Hace cuestión de 3 semanas tuve una visita muy esperada: el Señor Lobo. Su aventura francesa fue la segunda parte de un viaje que empezó en Suiza y terminó en Sevilla, pasando por supuesto por su querida Zamora natal.
Durante su estancia aquí hicimos mucho turismo, empezando en primer lugar por Nantes.

Fue el 11 de septiembre, aún no había empezado las prácticas. Mi obligación aquella mañana era encontrarme con el resto de estudiantes para asistir a una reunión donde nos explicarían el funcionamiento de la universidad, sus servicios, etc. Tras ésta sólo tenía dos importantes objetivos: comprar parches para la bici y no perder el tren que me llevaría a Nantes. Objetivos cumplidos.

Como de costumbre, el avión llegó con retraso, con tanto que al final nos cerraron los lugares donde podíamos cenar, aunque fue un mal menor, solventado en parte por las patatas fritas de máquina que nos compramos y por el chocolate que Fer me había traido de Suiza.

El viernes comenzó nuestra jornada de visita a Nantes con el pequeño inconveniente de que las taquillas de la estación estaban cerradas (porque no funcionaba el detector) y nos tocó llevarlo todo encima. He de decir que tenía grandes espectativas de la ciudad, había leído toda la historia que venía en el trotamundos, pero cuando terminé sentí como si le faltara algo, aunque no sé bien de qué se trata.

Una de las visitas que más nos gustó a ambos fue la catedral, restaurada tras un incendio en 1972, es una nave grande, con mucha luz, que transmitía tranquilidad. Dentro de ella me sorprendió un sepulcro (Francisco II y Margarita de Foix) que se hallaba rodeado con cuatro estatuas femeninas que ensalzaban valores y entre ellas me llamó la atención la de la voluntad, importante valor.




A nuestra salida de la catedral nos dirigmos a un encantador jardincillo trasero (routard dijo) que realmente estaba abandonado y olía a pipí de gato. Reposamos en un banco y nos dirigmos al castillo. No entiendo muy bien por qué cuando restauran aquí lo dejan tan nuevo. Me explico. El castillo ha sido restaurado y teniendo en cuenta que ya fue destruida una parte del original para realizar una ampliación, si además lo restauras y aplicas una capa de masilla que a la vista parece titanlux plástico el encanto desaparece. Aun así estuvo bien eso de subir y bajar escaleras, rodearlo por toda la corredera exterior y no poder evitar escupir al foso sacando la cabeza entre dos almenas, jeje.


Superada la etapa castillo titanlux paseamos por las calles céntricas, siempre con nuestra guía en la mano, levantando la vista hacia los edificios destacados y buscando caras por las fachadas. Pausa para comer en un bar amado por los estudiantes y de decoración un tanto excéntrica: miles de lámparas de todos los tipos y colores, Playmaobiles de gran tamaño, Calimeros colgados del techo, el cohete de Tintin, frases célebres enmarcadas por las paredes... buena comida, buen trato y precio adsequible.

Con paso algo más lento nos dirigimos a uno de los lugares más recomendados: Le Passage Pommeraye precioso pasaje comercial donde predominaban el hierro y el cristal (y tiendas caras). Ha sido escenario de varias películas y es una de las atracciones turísticas principales de la ciudad.



En el camino hacia la galería nos encontramos otro de los lugares que más nos gustó. Llovía y estábamos recién comidos, pero no pudimos evitar pararnos en la Place Royale a admirar su fuente. Compuesta por múltiples estatuas, que de un modo u otro expulsan agua, ésta representa al Loira y sus afluentes.


Segumimos caminando guiados por el trotamundos, vimos el teatro central y justo en frente "La Cigale", un café, aunque también hace las veces de restaurante, donde los burgueses llevaban a sus queridas a la salida del teatro. Es famoso por la decoración de su interior, todo en madera tallada, adornada con azulejos y espejos. Un lugar realmente encantador para tomarte un café, aunque el precio sea algo elevado. Nosotros, como buenos burgueses, nos tomamos allí un café (Fer un chocolate) e hicimos excursiones al baño para poder observar todo el interior bajo la mirada de señoronas arregladas horrorizadas por el color verde chillón de mi forro polar. Como nota final me gustaría decir que la traducción del nombre al español no es la cigala como todos pensamos, sino la cigarra.

Ayudada por la cafeína continué la visita que nos condujo a uno de las grandes decepciones del día cuando los mosaicos de la fachada de cierta casa en el nº 10 de alguna calle resultaban ser más bien una cenefa de la cual no entendimos muy bien el valor que podía tener, era sencillamente horrible.

Tras pasar por el museo de historia natural, el arqueológico (sólo por fuera, el tiempo apremiaba), la antigua bolsa (convertida actualmente en un Fnac...) fuimos hasta la isla de Feydeau. Esta es la zona pintoresca de la ciudad, según el trotamundos. Estaba antiguamente rodeada por el río, ahora lo está por dos grandes avenidas llenas de coches. Además de unos curisos balcones sobresalientes de la fachada para aprovechar el espacio y una pelea, pudimos contemplar la casa de Julio Verne.




Tras un descanso muy necesario nos dirigimos de regreso a la estación e hicimos tiempo en el Jardín Botánico, muy cercano a ésta. Allí encontramos toda clase de árboles, por supuesto, pero creo que una de las partes que más nos gustaron a ambos fueron los millones de cactus (y los servicios). También descubrimos un pato rockero, tenía el plumaje multicolor y cuando se acercaba a la hembra desplegaba una cresta sobre su cabeza, un cachondo en definitiva. Además en el parque había estatuas realizadas con plantas, muy curiosas. Por supuesto también nos llovió en el parque mientras mirábamos un cultivo de plantas medicinales.



Como todo viaje fue cansado, pero creo que mereció la pena intentar conocer Nantes en un día. Una ciudad de la que no os contaré la historia, pero que fue un importante puerto durante siglos y es la ciudad que acoge la fábrica de galletas LU que tiene delicias como las pim's. La ciudad también tiene su parte de historia negra al haber sido durante décadas unos de los puertos más importantes en la trata de esclavos.

En definitiva, un buen paseo, cansado, muy cansado, descubriendo preciosidades y engaños de una ciudad.

viernes, 3 de octubre de 2008

Esta semana

Hola a todos,

En un principio crei que no me llevaría tanto tiempoausente, pero hace casi una semana que no escribo y es que ando, como no, algo liada.

Pensaba contaros algunos viajes que he hecho, pero de momento tengo un problema de ignorancia bloggera que me impide subir las fotos como yo quiero. Así que optaré por contar qué tal fue mi semana, a modo de resumen, dejando para futuras entradas mis viajes.

Terminé mis prácticas de reumatología (un total de 3 semanas) donde he visto esas enfermedades que se dan en muchas asignaturas y que nuca te llegas a acordar bien de qué eran. Me han dejado hacer cosas como una punción lumbar (que no llegué a terminar porque al paciente le dio angustia, seguro que yo le daba miedo), algunos electros y hasta una punción arterial para una gasometría, pero yo por darle un poco de emoción puncioné la vena. No me di cuenta porque la sangre subió rápido como si fuera arterial, pero al llegar al laboratorio el bioquímico me dijo que le parecía un poco oscura y efectivamente, allí estaba la máquina dando datos venosos, qué malaje. Supongo que es el riesgo que tiene hacer esto por primera vez.
Esta mañana el jefe de servicio me ha hecho que le explique el caso de una paciente con un Síndrome de Horton (a ver, los del mir.... qué es??)

Pero sin lugar a dudas lo más interesante fue la tarde de ayer. Hubo una bienvenida a todos los estudiantes extranjeros, no sólo los erasmus, sino también los pertenecientes aotros programas y másteres. Yo llegué con tiempo y me di una vuelta por todos los stands que había, junto con una alemana. Había promoción de asociaciones, de servicios de la facultad, de todos tipo de actividades de la ciudad y otros stand para prevención de vicios: te cambiaban cigarros por golosinas y te daban un cocktail sin alcohol que tenía color agua-fairy y que estaba asqueroso (qué tendrá de malo una cerveza frente a tal bebida radiactiva?) Tras esto (y con un montón de papeles en la bolsita que me habían dado, cuan jubilado en una feria de muestras) comenzó el acto oficial. Habló la coordinadora del encuentro, luego otra, que no sé quién era, y después subió al mini escenario un representante de cada país para hacer la bienvenida en nombre de su país. Había estudiantes de todos sitios: Canadá, EEUU, México, Colombia, Perú, Chile, Brasil, Japón, Vietnan, Corea del Sur, China, India, Taiwan, Irán, Egipto, Argelia, Marruecos, Senegal, Mali, Níger, Portugal, España, Inglaterra, Irlanda, Italia, Eslovenia, Grecia, Rumania, Polonia, República Checa, Alemania, Holanda, Finlandia, Suecia, Lituania... y alguno que me olvidaré. Era muy emocionante, como la inauguración en los juegos olímpicos: subían, se presentaban en Francés y después se hacía una traducción simultánea del texto que habían dado a cada idioma. Emocionantes los primeros, ya que escuchabas la bienvenida en todos los idiomas; los últimos, pesados, como la inuguración de los juegos. Ya os podéis imaginar quién lo hizo representando a España.... y para darle emoción, en plena traducción, algo cayó al fondo de la sala mientras desmontaban los stands e hizo un ruido terrible. Sin darme cuenta solté un adiooo... en pleno discurso que provocó una gran carcajada entre todo el público asistente. Estuvo muy bien estar haciendo cola para subir al escenario junto a una china muy simpática, un argelino, también había cerca un colombiano con el que hablé después, muy curioso todo. Después conocí a algunos españoles de Salamanca, Burgos, Sevilla y Valencia, pero no quise intimar demasiado para que no interfieran en mi progreso francófono.
Para terminar nos dieron zumito y pastelito (si conseguías abrirte camino entre 20000 japoneses que se abalanzaron sobre los pasteles) y un espectáculo de circo realizado por la escuela de circo de la universidad de Angers, amateurs, pero estuvo bien.

Este fin de semana me quedaré por aquí, reposando, y repasando la neuro. Así duermo y gasto menos dinero, ya que el que viene me voy a París a quemar la cámara de fotos (y con los tupers desde casa que me han dicho que es muy caro, ya me llevé yo una tortilla de papas al mont saint michel...)

Cuidense y muchos besos