jueves, 23 de octubre de 2008

Vie quotidienne

A pesar de que leyendo mi blog no lo parezca, los erasmus también tenemos una rutina diaria. En esa rutina hoy ha sido un mal día, uno de esos en los que preferirías no haberte levantado. No ha ocurrido nada especial, o mejor dicho, no ha ocurrido nada. Podría borrar este día de mi vida y seguir tan tranquila, pero dado que aún no ha terminado, le daré una oportunidad y en media hora iré a nadar. Hasta entonces os relataré esta mi rutina.

A unas 7.45 no muy fiables, ya que tengo una hora diferente en cada reloj, me levanto o hago como la que se enreda por las sábanas unos minutos. Tras esto y escuchando las noticias en francés, para situarme, realizo el ritual de no olvidar lo que tengo que llevarme a la ducha y me dirijo a través del gélido pasillo hasta los baños. Limpia, vestida y orientada tomo el desayuno con noticias españolas para saber cómo va ese mundo. Olvido sacar la basura cada mañana y que los guantes que tengo en el bolsillo del abrigo están rotos, pero ya es tarde para volver y sólo tengo tiempo para pedalear hacia el hospital. Frío, es lo que me espera cada mañana, alegría de ver cómo avanzo con mi "burra" mientras los coches se amontonan por los cruces; peligro junto al castillo, donde los que van tarde se saltan el ámbar sin piedad a peatones y bicicletas. A menos 10 paso por debajo de la catedral y sus campanas me indican que va todo según lo previsto, ya sólo quedan unas pedaladas y pasar por el puente donde el termómetro no engaña y si tengo suerte llega a los 11 grados. Al acercarme al hospital miles de bicis de caras conocidas pedalean a toda velocidad, todos los estudiantes, que entramos por la puerta principal y de allí nos dispersamos a los diferentes servicios, parece la hora del trabajo en Eduardo Manostijeras. Nos falta cantar "aijó, aijó..."

En el servicio, calor, mucho calor, y en días como hoy, nada especial que hacer. Ordenar los resultados de laboratorio, hacer algún ECG (electro) y poca cosa más. A veces buscamos alguna entrada, para poder historiar al nuevo paciente, pero esta semana no ha habido mucha suerte. Tras esto la visita y lo que nos manden. Eso es lo que somos, unos mandados, nada de estudiantes, aunque prefiero ser lo primero ya que implica acción.

Esta semana he descubierto algo maravilloso. Puedo comer gratis en el hospital. La coordinadora no me dijo nada, pero me lo comentó una alemana que se lo había comentado otro alemán... así que me he hecho con una tarjeta para comer todo lo que quiera hasta junio, maravilloso. Lo mejor es que además de no pagar nada, la comida está mucho más buena que en el comedor universitario y no tengo límites, ¿10 postres? 10 postres, aunque no lo haré para evitar ser albalix. Me gustaba el ambiente internacional que se respiraba en el otro comedor, ya que hay muchísimos erasmus y estudiantes de máster. Pero hay que ser práctica, para ser cosmopolita puedo esperar a la soirée.

Mi cocina es un poco ONU, pero nos llevamos bien y nadie manda, aunque la limpiadora pone resoluciones por las paredes en las que amenaza con cerrarla si no cumplimos sus órdenes, podríamos decir que es como Condoleezza. Pero puedo preguntarle a mi vecino argelino qué cocina mientras que las peruanas me dan chicha morada para comer y el gabonés me explica qué es la mandioca. Los franceses son cascarón de huevo, ya que la mayoría tienen el tupper de mamá y cuando no es así la alternativa es pasta-pizza.

Algunas tardes tengo clases, otras no y otras no voy. Generalmente vuela el tiempo haciendo planes, yendo a clases de francés, haciendo encuentros como el que tuve el lunes... encuentro de las familias. No consistía, ni mucho menos, en defender una estructura clásica de familia frente al Papa, ni similar. Era una reunión en la que familias francesas que quieran tener contacto con estudiantes extrajeros hablaban con nosotros y "nos escogían". Yo tristemente no salí al mercado, ya que me cogió la coordinadora antes de la reunión (siempre supe que era una buena pieza, je) Mi familia consta de un matrimonio muy simpático y bastante enrollado, ella Sonia, él Mica y el pequeño de 8 años que no conzco aún. Para darle emoción han cogido varios estudiantes, así que actualmente tengo un hermano indio y otro brasileño, somos como la familia jolie- pitt, pero más guapos, por supuesto.

Ahora os abandonaré y me iré a la piscina, aunque no sé si llamarla así. La descubrí la semana pasada. Anteriormente iba a una que según el gordito (michelin) está un kilómetro más lejos. Hay que ser torpe. Así que bici en manos y en pies me dirigí a la nueva piscina. Lo peor y mejor es que está cuesta arriba, es duro llegar, pero a la vuelta no se pedalea. En la subida pensaba que me moría y descubrí que está frente al cementerio del Oeste, supongo que habrá más de un nadador allí, DIOS QUÉ CUESTA. Al entrar no supe dónde estaba. Esperaba una piscina donde nadar. Nada más lejos de lo que descubrí. Luces de colores, música, plantas, animales (falsos) colgados del techo... Desde fuera era una cúpula blanca algo espacial que parecía que albergaba a ET cuando se pone blanquito. Dentro era otro mundo. Sólo había una calle para nadar, o si se puede considerar nadar lo que hacían allí. Sólo tengo que decir que probablemente yo era la que mejor nadaba... El resto de la piscina estaba ocupado por bañistas libres que se dedicaban a hacer un poco el tonto: iban, venían sin dirección exacta, saltaban o sencillamente hablaban. Es como si hubieran abducido a un grupo de gente en Matalascañas y las hubiesen metido aquí, faltaba sólo el de la coca-cola y las papas. Nadé un rato por la calle de nado, pero cuando pasé a hacer piernas con tabla me cambié a la zona de baño libre. Era como el mercadillo de las piscinas: música, gente gritando, uno que se cruza nadando, otra que te pone el culo en la cara, otro que pasa buceando bajo ti... llegó un momento que estuve tan perdida que me puse a buscar a Wally.

Creo que lo conseguiré. Me voy inmediatamente a la piscina a hacer del día de hoy algo más grande... Deseadme suerte.

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