viernes, 27 de septiembre de 2013

La Habana y su Escuela de Salud Pública.


Hace tiempo, mucho tiempo, tanto que ni llego a acertar si fue hace dos años o tal vez un poco menos. Recuerdo un grupo de amigos, ilusión en el ambiente, una plaza del Raval y brisa fresca.  Era nuestra primera reunión no oficial de la rotación de Cuba. 

Ya hacía tiempo que inspeccionando posibles destinos para mi rotación externa había encontrado una estancia en la Escuela de Salud Pública de la Habana que había llamado mi atención. Pensé entonces que sería interesante poder conocer otro tipo de Medicina diferente al que realizamos aquí, sobre todo en un país en el que, a pesar de sus dificultades económicas, consigue tener indicadores de salud comparables (e incluso superiores en algunos casos) a los de países europeros o norteaméricanos. 

Poco a poco nos fuimos informando, cambiando rotaciones, realizando papeleo, pero nuestro sueño y nuestra ilusión se vino abajo cuando en 2012 no ser permitió la salida de residentes a este curso, por motivos que desconocemos. Mientras nos encontrábamos en busca de alternativas, a Lorena le pudo más la insistencia y escribió de nuevo a la Habana restableciendo un contacto crucial que marcaría un antes y un después en la evolución de nuestra historia cubana.

Conscientes de nuestro interés en el curso, desde La Habana reiniciaron todo el proceso. Sería muy aburrido explicar toda la burocracia que debimos de realizar pero cualquier español medio puede imaginar lo que esto significa: papeles que necesitan de la presencia de otro papel, aceptaciones que se demoran... En fin un esfuerzo que creo que se verá recompensado en los próximos días. 

Durante todo este tiempo nosotras nos dedicamos a mantener la ilusión, a informarnos, a escribir a Cuba una y otra vez para cada cosa y, lo mejor de todo, a coordinar nuestros horarios de consultas y guardias para poder acercarnos al "Margarita blue" y allí, con un cóctel en mano, dejar volar nuestra imaginación y organizar el viaje. Estos encuentros inicialmente puntuales se hicieron más frecuentes, todo lo que permitieron nuestras guardias, una vez que teníamos nuestra confirmación de la rotación.


Por el camino quedaron otros compañeros a los que probablemente echaremos de menos pero también se unieron nuevos fichajes aún por descubrir que pueden dar otra visión o ser amistades futuras aún no conocidas.

Cena el el Paladar del Son
Como colofón final tuvimos que tener la cena cubana, con su buena cerveza cubana. Desde entonces ya todo fue organizar lo que faltaba, lo que no podíamos olvidar, una guardia,  el dinero que teníamos que reunir para el curso, buscar alojamiento, otra guardia, resolver el visado, leer sobre Cuba, otra guardia y así hasta rozar el infinito. Unos meses de verano intensos a nivel laboral por lo que nuestro proyecto implicaba, sin embargo es ese esfuerzo que realizas con una fuerza que sale muy de adentro porque tienes la certeza de que tu trabajo se verá finalmente recompensado. Así, a pesar de nuestras diferencias, siendo un grupo heterogéneo no sólo por nuestro origen sino por nuestra manera de concebir la vida, allá vamos, a una experiencia que estoy segura que marcará nuestras vidas.

  Personalmente tomo este viaje como un reto, como un regalo a mi esfuerzo y dada las dificultades que he sufrido los últimos meses casi como un premio. Si hay algo que siempre me ha motivado ha sido el viajar, el conocer y mezclarme con la cultura a la que me dirijo. Ahora además tengo la oportunidad de hacerlo desde mi trabajo con el que tanto disfruto y con una perspectiva, la de la salud pública y la promoción de la salud que son, desde mi punto de vista, el verdadero futuro de la medicina.

En tan sólo 6 horas estaré subiendo a un avión, cargada de ilusión, con algún que otro nervio y una pizca de miedo, pero esa sensación ya experimentada en tantas ocasiones es la que me dice que no me equivoco, que voy a donde quiero y que estoy haciendo lo que realmente deseo, creo que hay pocos sentimientos tan placenteros en la vida. A tan sólo 6 horas, todo listo, todos despedidos, yo sin sueño, aquí escribo mientras Ibrahim Ferrer me susurra sus versos... qué felicidad!

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