sábado, 18 de octubre de 2008

... París

Quise publicar esta entrada a continuación de la primera, pero el cansancio y las obligaciones me superan.

Tras una esperada dormilona, el domingo me desperté preparada para seguir la batalla de París,
comprobé que desde nuestra ventana se veía la torre Eiffel (allá en la distancia, pero se veía).

El primer destino, que nos llevó toda la mañana, fue el paseo por Montmartre. Barrio que enamoró a muchos artistas y que sin lugar a duda conserva su encanto, pisoteado como no, por la avalancha de turistas.

Yo no pude evitar ir recordando en cada lugar que podía escenas de Amélie. Incluso quería buscar la estatua que señala al cielo, pero Lobo me recordó que se trataba de un mimo. Aun así, antes de subir al Sacré coeur pude ver y hacerme una foto, por supuesto, con el carrusel (que no deportivo). El ascenso fue pesado, pero no por el calor que hacía ni siquiera por los cientos de escalones, no, sino por todos los vendedores ambulantes engañaguiris que había concentrados, pesadísimos.

Todo lleno de turistas, a veces era imposible hasta caminar. La mayoría, españoles. La basílica, que está en lo alto del monte Montmartre, es una muestra de arrepentimiento tras la guerra francoprusiana de 1870- 1871 y fue construída en 1919. Cuando entramos se estaba oficiando una misa, estaba llena entre asistentes y penitentes (casi parecía el salto de la reja) En su interior pude leer en un mosaico que durante la segunda guerra mundial Montmartre fue bombardeada y que cayeron 13 bombas junto a la basílica, pero ninguna hizo
daño, lo cual fue considerado casi como una intervención divina. (yo lo calificaría de mala puntería porque la basílica es bastante grande...). Por cierto, el cura era Woody Allen.






En los alrededores de la basícilica estaba la fiesta de la vendimia. Múltiples casetas en la que podías degustar vino y otras especialidades de la zona y por supuesto también podías comprar. No sé si fueron alucinaciones, pero yo sólo oía hablar español.





La vendimia de Montmartre es muy conocida, al menos aquí, porque hay viñedos en el barrio. Se trata de una zona que en un principio se creyó que desaparecería con la construcción de casas, pero que el movimiento de los vecinos supo conservar. Actualmente sigue existiendo, se cultiva y los beneficios son donados altruistamente.





Estuvimos caminando por el barrio, aunque reconozco que el cansancio y la muchedumbre hicieron del paseo más bien un recorrido. Aun así, las casas, las cuestas, las escaleras, algún viejo molino y las plazas resultaban agradables a la vista, con mucho encanto.

Terminando nuestro recorrido matutino, y justo antes de llegar junto al Moulin Rouge, lo encontré, allí estaba, desde fuera nunca lo habría reconocido, pero una vez dentro no había duda: les deux moulins bar en el que Amélie trabaja de camarera. Creí que era un lugar ficticio, pero existe realmente y es muy reconocible, ya que respecto al de la película sólo cambia que en la realidad no existe estanco, pero ¿quién quiere una estanquera hipocondríaca?





Tras esto teníamos el tiempo contado, Lobo debía coger el tren a las 5 y aún nos quedaban un par de visitas importantes. Así que tras comernos unos bocatas junto a unos locales de ocio cercanos al moulin Rouge, cogimos en metro en dirección a Notre Dame.

Llegados a la Île de la cité donde se sitúa la catedral, me sorprendí porque esperaba que fuera mucho más alta. Leímos en la guía que tardó en construirse un par de siglos, del XII al XIV. A pesar de eso y de los diferentes arquitectos que intervinieron en la obra, guarda gran homogeneidad y es considerada como una de las obras maestras del arte gótico.



Como dato curioso, justo en la puerta del templo se encuentra el punto cero francés, lugar de referencia para el kilometraje de todas las carreteras del estado.


También están señaladas antiguas calles que partían de ese punto y pero que después terminó convirtiéndose en plaza. Además nos contaron que por allí pasa el meridiano de Greenwich, aunque no encontré ninguna indicación salvo unas cruces en el suelo de sospechoso origen.


Tras dar un paseo por la isla, cruzamos de nuevo a tierra firme y paseando entre tenderetes que se extendían a lo largo de la orilla del río, al cruzar la mirada vi esto en la otra acera:


No pienso decir qué es, bueno, lógicamente es una librería, pero le daré un gallifante a la persona que me diga qué película comienza aquí. Tictactictac tilítilín...

Lobo no juega, que ya lo sabe, de hecho me hizo la foto.

Si os fijáis a la izquierda de la foto están unos estadounidenses haciendo campaña para que los ciudadanos que estén fuera del país voten en las elecciones, aunque creo que no eran de ningún partido en particular.

En último lugar nos dirigimos a los jardines de Luxemburgo. En un principio perteneció a María de Médicis, que al quedar viuda en su segundo día de matrimonio decidió cambiar su residencia, dejando atrás el palacio del Louvre para ir al barrio latino. Allí vivió en el Palacio de Luxemburgo que contaba con unas 7 hectáreas de jardines, que fue ampliando poco a poco a través de la compra de terrenos adyacentes. En la revolución francesa se utilizó de cuartel y actualmente acoge al senado.



Los jardines que están abiertos al público, tienen una extensión de 25 hectáreas. Napoleón se lo dedicó a los niños y actualmente son los que más disfrutan del parque. Es muy variopinto ya que puedes encontrar desde mayores leyendo el periódico o libros, hasta grupos de jóvenes que están reunidos y comiendo. Hay pistas de tenis, huerto, panales, zonas de juegos infantiles pero de grandes magnitudes. De hecho estas últimas fueron la que más llamaron nuestra atención. Era un lugar enormes con tirolinas, columpios, balancines y todo lo habido y por haber; lleno de niños, eran como fraggel rock borrachos: corrrían, saltaban, sin ninguna dirección y con una media de una caida por segundo. Los niños sencillamente aterrizaban y cuando se levantaban ya se había caído otro. Muy gracioso. También tenáin piscinas de arena para que los niños hicieras castillos, jugaran con el rastrillo y la pala y, según pudimos observar, también para lanzar arena a la cara de tu hermana. Para los más mayores había explanada de petanca y mesas con tableros de ajedrez, ambos llenos de jugadores y de no jugadores seguramente diciendo lo que debían hacer.




En el cercado del parque había una exposición fotográfica de la cual me llamó la atención esta foto. Explicaban que el pingüino es un animal muy curioso. A mí me parece muy graciosa. Después he podido leer que hay exposiciones fotográficas durante todo el año y muchas veces exposiciones que explican funcionamiento y decisiones del senado, ya que aquí, al no ser elegido directamente por el pueblo, el senado no goza de mucha popularidad.


A la salida del parque me tocó despedir a mi Lobo. Y una vez deslobada di una vuelta por el barrio Latino, donde entre otras cosas de interés, entre ellas los edificios de la Sorbona y el Panteón de los franceses ilustres. Como ya dije anteriormente grandes edificios= edifición. Como curiosidad, la primera mujer que entró a formar parte del panteón fue Marie Curie (que originariamente era Polaca y de ahí el polonio que le causó la muerte), pero dado que estaba casada con un francés ahí está o mejor dicho ahí están sus restos desde 1995 (tuvo que esperar para ser célebre)




Para terminar y como última curiosidad, este cine, que llamó especialmente mi atención. Proyectan películas de cine clásico. Un maravilla. Quizás en la foto no se aprecie, pero la película en cartel es Encadenados (película de Hicthcock protagonizada por Carry Grant e Ingrid Bergman y muy intensa)





Termino mi reportaje esperando que os haya gustado y que hayais aprendido algo nuevo sobre París, esa gran ciudad imposible de conocer en dos días.


Sin ti las emociones de hoy no serían más que la piel muerta de las de ayer. Hipólito.

3 comentarios:

lobobailon dijo...

Como apunte voy a poner un fragmento del gran Eduardo Galeano, tomado de su último libro "Espejos":

En 1871, una revolución dejó a París, por segunda vez, en manos de los comuneros.
Charles Baudelaire comparó a la policía con el dios Júpiter, y advirtió que el culto de la belleza desaparece cuando no hay aristocracia.
Théophile Gautier dio testimonio:
- "Las bestias malolientes, con sus aullidos salvajes, nos invaden."
El efímero gobierno de la Comuna quemó la guillotina, ocupó los cuarteles, separó la iglesia del Estado, entregó a los obreros las fábricas cerradas por los patrones, prohibió el trabajo nocturno y estableció la enseñanza laica, gratuita y obligatoria.
- "La enseñanza laica, gratuita y obligatoria no hará más que aumentar el número de los imbéciles" - profetizó Gustave Flaubert.
Poco duró la Comuna. Dos meses y algo. Las tropas que habían huido a Versalles volvieron al ataque y, tras varios días de combate, arrasaron las barricadas obreras y fusilando celebraron la victoria. Durante una semana fusilaron noche y día, ráfagas de ametralladoras que mataban de veinte en veinte. Entonces Flaubert aconsejó no tener compasión con los "perros rabiosos" y como primer remedio recomendó "acabar con el sufragio universal, que es una vergüenza del espíritu humano."
También Anatole France celebró la carnicería:
- "Los comuneros son un comité de asesinos, una partida de bribones. Por fin el gobierno del crimen y de la demencia se está pudriendo ante los pelotones de fusilamiento."
Emile Zola anunció:
- "El pueblo de París calmará sus fiebres y crecerá en sabiduría y esplendor."
Los vencedores erigieron la basílica del Sacré-Coeur, en la colina de Montmartre, para agradecer a Dios la victoria concedida.
Mucho atrae a los turistas esa gran torta de crema.

Carmen dijo...

yo no caigo que peli empieza ahi...será amelie??

Alba dijo...

No es Amélie.

¿El sacre coeur se erigió en honor a la victoria o por el perdón de la matanza? Es que me sonaba a mí que después de todo querían ir al cielo...