sábado, 27 de febrero de 2010

Isla del Sol

Los barcos salen temprano y la orilla se inunda de turistas y vendedores "va a llover" asegura un señor que porta impermeables para vernderlos. Ante la duda regreso 2 minutos al hostel y tomo el mío, que me sirvió de mucho frente al tórrido calor que luego hizo.

El barco parece que no aguantará ni tres minutos en el agua, aún así no paran de entrar turistas. Yo entré de las primeras y me sitúo en primera fila para poder hacer buenas fotos. Descarto el techo del barco porque sé que terminaría requemada. En sólo unos minutos se sienta a mi lado una señora. Empezamos a hablar, joven de mente me explica que trabaja en la universidad de Buenos Aires, en la facultad de medicina, es la encargada de salud reproductiva y sexualidad. Empezamos hablando de medicina, seguimos con historia, política y terminamos coincidiendo en que los japoneses son superraros. El barco avanza muy lentamente, pero nosotras no tenemos prisa, la conversación nos hace más ameno el camino.

Cuando llegamos a la isla me doy cuenta de que ésta es, si se puede, aún más turística que Taquile. Cuando bajé ya estaban todos los guías haciendo grupos. Me uní a uno porque sabía que sin guía la visita era mucho menos interesante. De allí partimos al Museo de la isla, que me pareció bastante cutre. Tenía objetos encontrados en el fondo del Lago, pero la mayoría se los habían llevado a La Paz, lo poco que quedaba estaba mal colocado en destartaladas vitrinas llenas de polvo e incluso telarañas. Ya era tarde para pedir la devolución de mi dinero, pero me dieron ganas. En él se decía que Costeau había llegado al lago buscando el tesoro sumergido de las leyendas. Dicen que hay ciudades hundidas con templos incluidos, algunos hablan de la Atántida, a mí me pareció un exceso, pero dado que soy una ignorante prefiero no opinar al respecto.

Empezamos entonces una caminata. En primer lugar pasamos por una playa llena de hippies y poco a poco empezamos a subir. En medio del camino se me acerca una chica y me dice "¿tu eres Alba?" Yo me quedo asombrada y le respondo que por supuesto. Tras eso se me presenta, resultó ser una estudiante de medicina de la Autónoma de Madrid, de AIEME, que había venido a las Jornadas Norte-Sur que habíamos organizado. Ella se acordaba de mí, pero es que yo estuve muy atareada durante las jornadas... iba junto con otras compañeras haciendo un viaje postmir.

La caminata se empezó a hacer un poco pesada, aunque totalmente soportable. No era la dificultad del terrreno, sino el calor. El sol quemaba sobre la piel. Yo no paraba de echarme crema (de mi factor 50) pero aquello era demasiado. Me estaba volviendo roja a pesar de todas las medidas, así que decidí ponerme manga larga a pesar del calor. El paisaje hacía que el calor mereciese la pena. Playas en forma de cala, rodeadas de vegetación, donde el color del agua variaba de azules a verdes haciendo que todo el mundo no parase de tomar fotos.

Tras un tiempo de subida, una hora aproximadamente, llegamos a la famosa roca del Puma, un lugar que antaño fue zona de ritos religiosos y a la que sólo los sacerdotes y pocas personas más podían pasar. El guía nos explicó los rituales que allí se hacían y que puede que el Titikaka tomase el nombre de esta piedra, ya que es un puma de piedra. Yo, sinceramente, no veo el Puma por ninguna parte de la que dicen los guías, dicen que hay que echarle imaginación... quizás no sea lo mío. De ahí pasamos a un antiguo templo, construído en la cima de la montaña y cuya planta era un laberinto. En él había una ventana a través de la cual se veía una ventana lejana, aseguraba que mirando a través de ella se sabía el tiempo que haría al día siguiente. Las puertas eran muy bajitas, por lo visto este hecho no se debía a que fueran muy bajitos en la época, sino que al hacer las puertas estrechas y bajas aseguraban que las personas entraran de uno en uno e inclinados hacia delante como señal de respeto.

De ahí se partía a hacer una caminata desde el punto norte al sur, por la cresta de la montaña (bueno no era una montaña muy alta) de unas 3h. Yo quería hacerla para ver los paisajes, pero me miraba y me parecía más a un pimiento morrón que a una persona. Decidí por el bien de mi piel y mi salud volverme al barco y eso hice.

La parte sur de la isla no tenía mucho que ver. Al bajar del barco tuve que pagar 5 bolivianos por pagar la comunidad, pero allí sólo había una playa llena de turistas con un bar y un aseo en el que también había que pagar. Vi unas escaleras largas y las subi, con pena de mis pulmones, hasta el final, donde sólo estaba el fin del camino. Merondeé por allá pero sólo encontré niñas que me pedían caramelos, intenté hablar con ellas, que me contaran algo, pero sólo querían caramelos o dinero, qué triste.

De vuelta a Copacana pasamos por unas islas flotantes, pero eran un keo, turísticas 200% y además me cobraban si me bajaba del barco así que me quedé allí. Había una nena muy simpática de 4 años con la que estuve jugando hasta que su madre le dio la artesanía y le dijo a quién tenía que ir y que sonriera....

Ya en tierra firme sólo tuve tiempo de recoger mi maleta e ir a por el bus. Estuve pensando en Beatriz, la señora argentina, se fue a hacer el camino y no llegó a tiempo al barco. Yo hablé con el guía y le dije que faltaba una señora a lo que él me respondió de un modo muy seco "me da igual" y partió el barco.

El bus era bastante horrible. No me cabían las piernas y estaba al final del todo. Pregunté si podían darme algún asiento delante pero me dijo que ya estaba lleno el bus, aunque luego hablando con pasajeros supe que eso no era verdad hasta el último momento. De compañera tuve una colombiana bastante apañá que me regaló un mapita de La Paz. El viaje era insoportable, no me cabían las piernas, me clavaba las del de atrás, aquello no paraba de botar y en cada curva me clavaba la palanca para reclinar el asiento.

Tras una hora de viaje llegamos al estrecho de Tiquina donde nos bajamos del bus y nos montamos en un bote, el bus pasó en otro. Allá conocí a dos hermanos de Rennes muy simpáticos a los que me uniría más tarde.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Como se nota que soy la única que no se ha ido de puente..jajaj.Feliz Día de Andalucía desde aquí Arrrrba!!!

lobobailon dijo...

Joer, la UAM haciendo las Américas, para variar. Ya he vuelto de Barcelona y ya te leo un poquito más. Pili, sal un poquito!!

Anónimo dijo...

Joer Lobo...q el puente me tocaba en Sevilla currando (ya ves la vida del currrante normal como es) ;P

Alba dijo...

Yo me acordé del Día de Andalucía, que ya es, lo del puente ni lo sabía.