viernes, 19 de febrero de 2010

Rafting

El lunes lo último que hice en Arequipa antes de marchar a Puno fue..... Rafting!!!! (bueno en realidad lo último último fue comprarme unas empanadas). Me recogieron temprano, como siempre, y siguiendo la costumbre el guía me dijo que estaba sola en la actividad. Pensé que no sería posible hacerlo sin un grupo, pero él me explicó que iríamos los dos en la embarcación y me indicaría qué hacer en cada momento. Como tenía un buen azote lo creí. Cuando llegamos al río me decepcioné un poco. Yo pensaba bajar como loca por un río caudaloso lleno de rápidos, pero aquello no tenía mucha agua. Tras ponerme el neopreno-antimorbo, el casco y recibir unas pequeñas lecciones nos lanzamos al río. Cierto que el río no era caudaloso, pero ofrecía rápidos entre piedras que nos gustaba comer a cada momento. El paisaje al principio era árido, pero poco a poco nos fuimos adentrando en la ribera y el camino se hacía mucho más agradable.
Mientras remábamos íbamos rajando, como no. Era posible hacer el rafting entre dos porque la embarcación no era muy grande y porque el guía hacía casi todo el trabajo y yo sólo remaba un poco. Durante el camino me sorprendí porque no llegaba a pensar que el río formara rápidos tan veloces. En ellos yo me metía en la balsa para evitar caerme y el guía hacía todo el trabajo. Yo remaba fuerte pero iba un poco como la reina de los mares.
Además de ir remando me iba comentando sobre algunos animales o árboles que veíamos, me mojaba con el remo y hasta llegamos a hacer una parada. Desde lo alto de una piedra se podía saltar a una poza. Cuando llegamos había unos argentinos lanzándose. Me preguntó que si me atrevía y lógicamente subí sin apenas pensarlo. Una vez arriba me di cuenta de que estaba más alto de lo que esperaba, pero ya era tarde. Miré hacia abajo, me agarré el salvavidas y salté. YUJUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU. Me entró agua por la nariz hasta el cerebro y me hundí un montón. Lo habría repetido si no fuera porque salí medio "jogá" del agua. Tras eso seguimos con nuestro camino, pasando por una zona excavada en la piedra preciosa. Era una especie de cañón y allá estaba yo, empapada y remando como nunca lo había hecho (sí, al día siguiente descubrí que tenía agujetas en músculos que no recordaba tener)
Cuando llegamos al final del recorrido no sé muy bien que ocurrió pero el guía de broma me tiró del bote. Entonces yo me vengué y agarrando con una mano la balsa estiré mi gacheto-brazo y lo agarré de su salvavidas, tiré con toda mi fuerza hasta que conseguí estamparlo contra el agua. Una vez en el agua a penas tenía pie, la corriente me llevaba y me gritó ¡¡¡corre, sube al bote que hay una cascada!!! Yo intenté subirme pero no tenía pie ni fuerzas. Entonces él se subió y tiró de mí, salí volando y caí en el bote. Entonces ví que se estaba riendo. No sé qué cara puse con lo de la cascada, pero la broma le salió genial.
Tras el ejercicio, una chocolatina y vuelta a Arequipa intentando divisar el Misti entre las nubes.
Llegué reventada y sólo tuve tiempo para pagar, despedirme de mi amigo de Vancouver y comer unas ricas empanadillas. Puno me esperaba.

4 comentarios:

Andrés dijo...

alba, cuéntanoslo todo... ¿cómo se portó el peruano en la cama?

Anónimo dijo...

no se si esto fué lo que me contaste el otro día...pero me mola bastante y te imagino inmersa en la actividad...jejeje.La reina de los maresssssss!!!

Alba dijo...

Andrés!!!!! no me comentas nunca y ahora me vienes con esas??? qué mente más sucia. Sólo me dejó su mail por si quería quedar, jejeje. Pero fue casto y yo castisisisisima

Anónimo dijo...

Y porqué será que no me cuadra lo que dices...Arrrrbaaaa, déjate de rollosssss calamá!!