sábado, 27 de marzo de 2010

No encontré La Paz

Aunque el bus resultaba cómodo, la película de Jean Claude Van Dame que pusieron no ayudó al disfrute de mi viaje porque, todo hay que decirlo, cuando ponen una película apagan la luz de modo que no puedes leer y el volumen resulta un tanto elevado incluso para mí. Con el tiempo conseguí dormirme y cuando abrí los ojos... estaba en La Paz.

Como aún era temprano y podía resultar peligroso salir a la calle con mis pintas decidí quedarme en la estación tomando un café calentito que me devolvió la vida. Cuando ya hubo aclarado bastante y pensé que la vida en la calle empezaba me cargué mi mochila y me fui andando al Solario. Como es un hostel tan grande pensé que no habría problema para el alojamiento, sin embargo estaban al completo. Tal vez fuera muy pronto y podía esperar a que la gente se fuera, pero no me aseguraban nada porque no siempre salía gente. Así que seguí mi ruta por las calles contiguas en busca de albergues vacíos hasta que por fin encontré uno. Cuando vi la habitación me lo pensé, pero como al fin y al cabo sólo era una noche ya que me iba a Coroico me la quedé.

Una vez ubicada me fui de nuevo al Solario a comprar mi tour en bici por el camino de la muerte hasta Coroico. Yo quería contratar la bici de 280 soles que era la más barata, pero cuando llegué una sorpresa me aguardaba. Justo ese día era el primero de la nueva normativa, todas las agencias reunidas habían llegado al acuerdo de mejorar el servicio incrementando para ello el precio mínimo a 450. Le dije que entonces el precio se salía de mi presupuesto. Lo más barato que podía hacer era 400, pero a mí sólo me quedaban 600. Me despedí y salí con ganas de llorar porque era algo que deseaba hacer.

Para evadirme me fui al museo arqueológico, que ya había intentado visitar anteriormente pero estaba cerrado. Tras mi caminata a lo largo del Paseo Prados llegué a la Plaza del Estudiante y desde allí me desvié al arqueológico. Paseando por la Paz tuve la extraña sensación de encontrarme como en casa, quizás fue el ser un sitio conocido, el no tener que mirar mapa... porque aquel caos poco se parece a Sevilla. Mi sorpresa fue que el museo estaba cerrado aunque según la hora debería estar abierto. No había ningún cartel, ninguna persona a la que preguntar.... buuuuuuuuuuuuuuu me dije, hoy no es mi día.

Como la experiencia me decía que en Bolivia el regateo está a la orden del día me hice una ruta por las agencias haciéndome la nueva sobre la noticia de la subida de precios. A pesar de que mi interpretación en cara de decepción y mi hablar dubitativo en cuanto a si debía hacerlo o no eran merecedoras de un óscar aquello no funcionó. Todos andaban un poco perdidos y tras una llamada me decían que el precio mínimo era de 450 más 25 de entrada al parque.

Entristecida caminé sin rumbo fijo, el bullicio que horas antes me alegraba empezó a molestarme y como si una fiebre turística me invadiese entré por las tiendas de souvenirs llegando incluso a comprar algo.

Tras reflexionar mucho decidí que ya que estaba aquí merecía hacer la ruta, al fin y al cabo 400 bolivianos son unos 40€, con eso vivía allá unos 5 días pero en España se puede ir en un rato. Minutos antes de que cerrara la agencia hice mi entrada y dije que tiraba la casa por la ventana y lo hacía. La señora me pidió disculpas por la subida de precio pero me aseguró que estrenaría material. Pagué 400 con la entrada al parque incluída y, como si el problema ya hubiese pasado, me probé nerviosa la ropa, casco, guantes y demás. Por otra parte le dije que cuando volviese de Coroico necesitaría dormir en algún sitio, que me hiciese una reserva en el Solario y me aseguró que a mi vuelta tendría cama.

Cansada por lo poco que había dormido y por la situación me fui a la plaza de San Francisco a comprarme unas deliciosas tucumanas a precio de saldo. Las devoré rápidamente y me fui a dormir la siesta. Cuando el ruido chileno paró y conseguí conciliar el sueño el dueño del hostel abrió bruscamente la puerta asustándome para endosarme a una holandesa que por lo menos era bastante simpática.

Como ya me había desvelado y la chica me cayó bien la acompañé a dar una vuelta. Ella acababa de llegar de Cusco donde había realizado un voluntariado con niños al tiempo que aprendía el español. Le enseñé los lugares más destacados de la ciudad y cuando empezó a anochecer volvimos a cenar. Tomamos un pollo con unos deliciosos espaghetis chinos.

Antes de acostarme quise mirar mi correo y no sé ni por qué lo hice. Un mensaje de mi madre con mi posición definitiva del mir hizo que mi moral se inmolara. Pensé que había perdido 6 meses de mi vida, el dinero de la academia y que además era una inútil. Me entristecí enormemente y sólo quise meterme en la cama y llorar hasta que se me acabaran las lágrimas.

3 comentarios:

lobobailon dijo...

Alba, no te preocupes, la posición del MIR nunca dice que seas una inútil. Además, yo creo que sí podrás coger familia en Sevilla, así que sigue disfrutando de tus vacaciones.
Un besazo!!!

Anónimo dijo...

Que decirte desde aquí......Eres mi heroína de esta historia!!!jeje.Así que a seguir contandolo todo y no te preocupes de nada que no sea del viaje ahora (y ni eso,eh?).1bsito

Alba dijo...

Gracias amores míos.