martes, 9 de marzo de 2010

Día 2: lagunillas

Nos despertaron temprano y nos pusimos de desayunar, al menos yo.....

El camino seguía bastante imposible pero el paisaje era precioso. Una de las canadienses se afanaba en fotografiar una señal de "peligro yama" pero su dedo no era lo suficientemente rápido. Tras muchos intentos al fin lo consiguió lo cual fue celebrado con un gran griterío en el interior del auto. Atravesamos montañas y llanuras llenas de yamas con una especie de "pendientes" Néstor me explicó que son las comadres, se les colocan antes de carnaval y le dan un aspecto supercachondo al animal.

Llegamos a la piedra del cóndor, que esta vez sí que parecía el animal. Era una zona con rocas erosionadas por el viento que tomaban curiosas formas. Vi una vizcacha, una especie de conejo pero más grandote y la perseguí hasta conseguir una buena foto. Poco después paramos a comer por el camino, en medio de la carretera con vajilla y todo.

Cuando llegamos a las lagunas me decepcioné un poco, pensé que sería mucho más grandes, pero la verdad es que daban la impresión de estar un poco secas. Este clima está loco, es salar inundado y las lagunas medio secas, sin embargo cuando pregunté me dijeron que suele ser así. Tras ver dos de ellas nos dirigimos al árbol de piedra, una especie de desierto en la que las pocas rocas que quedan han sido espectaculramente erosionadas por el viento y entre ellas la más famosa es al árbol. Tras la foto de rigor escalé por unas rocas para poderme hacer otra en una ventanita que había allá en lo alto. Mis amigos los japoneses llegaron y empezaron a hacer más fotos haciendo tonterías, unos cachondos.

Poco después llegamos a la laguna colorada, que toma esta tonalidad del tipo de plancton que contiene. También se pueden ver flamencos poco fotogénicos. Estando en ella se levantó un viento brutal que casi nos obligó a irnos directamente al alojamiento. Una vez allí dormí la supersiesta y me desperté justo para la merienda. Tras ésta me fui de guay a dar una vuelta "a ver las vistas". Volví con el rabo entre las patas del frío que hacía así que me quedé junto a la caldera del agua, leyendo y ayudando a la señora a entenderse con los guiris.

En la cena fue el momento que reventé. Había espaguetis pero como las chicas no tenían mucha hambre Laura me puso un platazo de campeonato, dijeron que no me lo terminaba..... me lo terminé, pero no podía ponerme en horizontal. Mientras el bolo pasaba a mi intestino estuvimos hablando un poco de todo, interesante conversación entre argentina y española. Aquello bajo y pude horizontalizarme, por dios!!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vas a tener que aprender algo de japones pa preguntarles de que se rien tanto..jijijiij

lobobailon dijo...

menos mal que yo soy el burro con las comidas. Si es que sales de España, hija, y te azamoranas!!!

Alba dijo...

ese plato de espaguetis era el 50% de la olla, creo no sé dónde lo meto. Comí como un uruhai de esos.