Después de mi gran día, el domingo fue sólo como limpiar la casa tras una fiesta, nada gratificante pero necesario. Así desperté mucho más tarde de lo planeado y me di cuenta de que debía apresurarme si quería llegar a tiempo para ir a escalar con Boris (el hermano pequeño de Lis) sin embargo al bajar a desayunar perdí la noción del tiempo. Encontré a varios turistas conversando con Katy que en ese momento era invitada por unas zaragozanas a la fiesta del Pilar (qué buenos recuerdos). Mientras engullía panes empecé a conocer un poco a los que allá estaban y me sorprendí al conocer a un inglés de Chester, esa ciudad a la que me fui un verano a aprender inglés cuando acabé el instituto y de la que tengo tan buenas historias.
La peor parte del día fue sin duda el regreso a Cusco. Tuve que tomar un colectivo desde Ollantaytambo a Urubamba en el cual, ni que decir tiene, no me cabían las piernas. Iba en una extraña postura que hacía que la pierna se durmiera pero que, a pesar de la molestia, no podía cambiar. Además de la rueda que llevaba mi compañero de al lado y de la forma tan veloz y salvaje de conducir del chófer, creo que no tengo más quejas. Al llegar a Urubamba conseguí tomar uno bastante más seguro aunque las curvas del camino hicieron que me mareara terriblemente. Al llegar a Cusco me encontraba tan sumamente mareada que me fui directa a dormir.
En la tarde conseguimos hablar Yojhi y yo con Carmen a través del skype. Extraña sensación sentir tan cerca a quien se encuentra al otro lado del mundo. Ella aprovechó para presentarnos a su prometido y que así pudiéramos "marujear".
Fue un día poco productivo. No llegué a tiempo para escalar, estuve mareada mediodía, pero mereció la pena, sólo porque era necesario tras en mágico día anterior.
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