jueves, 8 de abril de 2010

CUSCO: Día 2

El día comenzó muy cultural. Tomé un colectivo ¿qué es eso? no es más que una pequeña furgoneta donde entran tantas personas como quiera el conductor, una vez ocupados los asientos los viajeros deben apretarse unos contra otros hasta unos límites casi sexuales y aquellos que somos altos debemos tomar postura de costalero y con cada bote del carro clavar la espinosa de C7 en el techo. El supercarro me dejó en Almagro y de allá caminé unos 5 minutos hasta la plaza de Armas, esquivé a mil vendedores y me dirigí, cuesta arriba como no, al museo Inka.

Este museo me lo habían recomendado porque era bastante completo, de hecho yo diría que es tan completo que deberían cambiarle el nombre, ya que, al fin y al cabo, por muy maravillosos que fueran los incas no es más que la última civilización que habitó en estas tierras antes de que llegaran a joderlo todo los españoles. Una verdadera lástima que no se pudiesen hacer fotos incluso sin flash.

Empezando por cómo era Cusco hace miles de años, que no era otra cosa que un lago (y los cusqueños eran pescaditos) que provenía de un gran mar que existió en la zona y que probablemente con la elevación de tierras tras un movimientos sísmico quedó convertido en mar interior que poco a poco se va desecando y que más que mar ahora es un conjunto de lagos (incluído el Titikaka, Popo y pequeñas lagunas por ahí desperdigadas). Después había una colección de piedras talladas para la caza y cerámicas.

Fui sala por sala pasando por las diferentes culturas preincas: huari, mochicas, tiawanaco, paracas, nasca.... de todos ellos había cerámicas, telas, utensilios de la vida cotidiana. Fui leyendo todos los carteles y así tardé algo más de dos horas en visitar el museo. No pienso aburrir con mucha información porque además no la recuerdo toda, pero como curiosidad decir que los incas eran un pueblo asimilador de otras culturas y aun si bien eran guerreros no eran destructores, ya que, una vez asimilada una cultura, sus técnicas y demás, a éstos se les permitia por ejemplo mantener su religió, lengua y costumbres. Otra curiosidad es que el Inperio Inca no se llamaba así, es decir, Inca era como el gobernador y los españoles a su llegada los llamaron a todos por ese nombre pero realmente se llamaba "Tawantinsuyo" y en su máximo esplendor llegó desde Colombia hasta Chile (incluyendo a Ecuador, Perú, Bolivia y también una parte del norte de Argentina). Se dividía en cuatro regiones o suyos: antisuyo, contisuyo, collasuyo y chinchasuyo (ya no recuerdo en qué zona cada uno)

Tras mucho leer llegué a las salas de la colonia y virreinato, que normalmente son las mas aburridas, entonces me di cuenta de la hora y me apresuré en salir porque Lisbeth debía llevar una hora esperando. Ella me llevo a comprar el boleto turístico ya que, comprándo todos los monumentos juntos resulta bastante económico.

Esta vez el restaurante al que quería llevarme sí estaba abierto. Allí nos hinchamos de comer y descubrí que el tipo de papa que no me gustaba, porque se sabe a humedad, es el famoso chuño. Hablamos un poco de los sabores, de cómo ella odia el roqueford, que yo tanto amo, y de cómo yo odio el chuño, que ella disfruta comiendo.

Tras la comida me recogieron en la catedral para hacer el City Tour. Aunque normalmente visito las ciudades por mi cuenta, en este caso me convenía el tour porque no sólo permanecía en la ciudad sino que llegaba a restos arqueológicos situados a las afueras de la misma. También me beneficiaría de las explicaciones.

El recorrido empezó en el Qorikancha donde actualmente está el convento de Santo Domingo. Era un antiguo templo inca sobre el cual, para no perder la costumbre, se construyó dicho edificio religioso. En el interior del mismo se descubrieron recientemente unas paredes incas de bellas piedras talladas, que habían sido recubiertas con estuco por los dominicos y que actualmente se exhiben descubiertas. Estas mismas paredes estaban completamente recubiertas de láminas de oro en tiempos incas y adornadas con figuras de diferentes animales como yamas de oro que terminaron fundidas en lingotes y embarcadas a Europa.

El grupo era bastante heterogéneo. A mí se me unió un italiano cuya batería de la cámara había decidido morir, así que yo lo hice un reportaje fotográfico encantada y luego se lo envié. Por suerte venía también una señora, bastante pija, que era profesora de historia del arte en México y tras las explicaciones del guía siempre añadía algún dato de cosecha propia, no sé si para hacerse la importante, pero para mí toda información era bienvenida.

De allá fuimos a la catedral que me pareció bien cargada, pero es lo que tiene el barroco, demasiada ornamentación. Está constituída por una nave central, donde se encuentra el famoso señor de los temblores. Un cristo negro, ya que su cuerpo está hecho de piel de alpaca (o yama) relleno y tras muchos años de exposición al humo de las velas se ha tornado oscuro (al revés que Michael Jackson). Su nombre le viene de que en el terremoto que asoló Cusco el 1650 la gente lo sacó en procesión para que éste terminase y de hecho terminó. También se observan pinturas de la escuela cusqueña y es curioso cómo se mezclan en éstas una mezcla de simbología cristiana-europea e inca. El guía quería que yo le dejara un mensajito a San Antonio ya que era la única soltera del grupo. No recuerdo exactamente ni mi respuesta ni mucho menos mi cara, pero sí la gran carcajada que produje con mi reacción. A los lados de la nave central hay dos capillas, la del triunfo y la de Jesús María, en la cual está la cripta con la tumba del escritor Inca Garcilaso de la Vega a la que entré yo sola porque el guía iba tan rápido que la pasó por alto.

El siguiente lugar de visita se encontraba a las afueras de la ciudad, en lo alto de un cerro: Saqsayhuamán. Era una gran construcción pero sólo puede observarse una parte ya que muchas de las piedras se utilizaron para construcción de edificos. Los españoles lo usaron como una cantera pero se trataba en realidad de un templo religioso que durante la incursión de Pizarro en Cusco fue utilizada como fortaleza por el Inca Manco quien tras una sangrienta batalla se retiró hasta Ollantaytambo. Los incas construyeron la ciudad del Cusco con forma de puma y en estas ruinas se observan unos muros en zigzag que eran los dientes del mismo. Además de las fabulosas vistas de la ciudad, el lugar es realmente sorprendente porque hay piedras de enormes dimensiones, todas colocadas como un inmenso puzzle. El guía iba demasiado rápido y empecé a enfadarme porque quería hacer fotos y disfrutar de las explicaciones pero también del lugar.

A la salida una avalancha de vendedoras intentó encasquetarme mil utensilios inútiles pero yo seguí con mi tradición de "no gracias" y sonrisa en boca. El guía nos pedía que nos apresuráramos y empecé a pensar que aquello era ilógico, he venido a conocer esto no ha hacer una carrera. Me enfadé aún más cuando sólo paramos en Puka-pukara (un refugio en el camino inca construído en piedra roja) para la foto. Yo quiero hacer fotos pero también quiero conocer. Él me explicó que no daba tiempo y entonces le dije que el tour debía ser de un día entero y no de medio.

El tercer lugar de visita en los alrededores era Tambomachay, un conjunto de fuentes situadas en medio de la naturaleza en las que pensé que sería una buena idea ahogar al guía que no paraba de apresurarnos. Hablé con el resto de los visitantes para comprobar que no deliraba y todos me dieron la razón (qué bien). Mi amigo el italiano, que había salido con poca ropa porque el día anterior se había muerto de calor, se iba comprando abrigos por cada puesto con el consiguiente cachondeo de todos los demás.

El último lugar fue Q'enqo. Desde lejos uno diría que es una piedra grande que no tiene nada más, pero si entras por una abertura lateral llegas hasta un pasadizo y allí hay una piedra con forma de sillón alto que era el quirófano que usaban los incas. Según nos informaron allá se realizaban trepanaciones craneales, uhm, interesante. Me imaginaba al Lobo allá operando...

A la vuelta pararon unos 15 minutos en un lugar para comprar artesanías, error, seguro que eran caras y lo que vendían como baby alpaca no lo era. En la ciudad me recogió Yojhi y le expliqué que los lugares eran realmente fascinante pero que tenían que decir en la agencia que aquello era excesivamente rápido, me sentí japonesa total.

En la casa cenamos en familia y Nacho, el sobrino de Yojhi de 3 años, nos hizo un espectáculo hablando con el móvil. Ese chico debería dedicarse a ser actor porque es supercómico y muy expresivo, consiguió centrar toda nuestra atención y hacernos reír hasta que nos dolió la barriga.

Ya en la cama vimos la tele un rato y pude comprobar que la tele de Perú es tan racista como ya antes había pensado y que además era muy morbosa incluso en las noticias. Me resultaba demasiado grotesco ver el relato de los accidentes (porque hay muchos, tal y como se conduce aquí...). Criticamos un poco toda la tele y nos quedamos dormiditas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

aiiii mira la ALba...a ver que le dirías a San Antonio..jajajja