jueves, 1 de abril de 2010

De Bolivia a Perú

Según los planes desayunaríamos en el mercado y luego nos dirigiríamos a la estación, pero una cosa que conocí esa mañana de mi amiga holandesa es que era muy lenta. Salimos tarde y tuvimos que eliminar el desayuno del mercado e improvisarlo en la estación, pero el chocolate no estaba ni frío ni sabroso y el sandwich de palta con tomate y queso quedó totalmente fuera de nuestro planes con mi consiguiente decepción.

Como era de esperar, el bus que hacía el trayecto La Paz Cusco estaba plagado de turistas, de hecho sólo unos 4 hablábamos español. Tardamos algo menos de una hora en salir de la ciudad. Una vez en la ruta eligieron una película horrible para proyectarla. Yo metida de lleno en mi libro la ignoré. Tras esa pusieron otra en la cual Edward Norton hacía de loco, qué extraño, decidí verla porque ya había terminado mi libro del borracho y necesitaba un descando.

La frontera la cruzamos en Desaguadero. Tuve casi que hacerle un croquis al policía de frontera que quería que pagara. Tenía un visado de 30 días, había entrado el 19 de febrero y estaba saliendo el 20 de marzo. Él me decía que tenía que pagar porque había estado más de un mes, yo le expliqué que eso servía para cualquier mes pero que febrero, al tener 28 días, era la excepción. Como ninguno de los dos cedíamos y yo no paraba de decirle "señor, se está equivocando, cuente con los dedos si es necesario" y la cola me alargaba, finalmente vino otro poli y le dijo "ella tiene razón son menos de 30 días" (bien, qué me gusta tener razón, pero tampoco era complicado de calcular).

Desaguadero está situado a orillas del Titikaka y la frontera es un puente sobre el mismo. En medio de dicho puente si miras a cada lado encuentras grandes pancartas donde cada país te da la bienvenida. Lo atravesé con alegría y pena. Bolivia fue un país difícil para mí, no por su pobreza, no por sus infraestructuras, ya había estado en otros países pobres, pero incluso en el infierno se puede estar cómodo cuando te sonríen. Merece la pena visitar un país tan bello a pesar de que haya lugares donde la gente es especialmente difícil o incluso racista con los extranjeros como es el caso de Sucre, aunque esta ciudad tiene una historia de racismo tal que el mismo Evo tiene problemas para visitarla. A mí me miraban mal allá, pero porque también los blanquitos de allá son bien racistas con los mestizos. La ciudad que más miedo me dio quizás fue donde la gente fue más acogedora: Cochabamba. Y donde tanto la gente como la ciudad en sí son bellas, sin duda, Potosí.

Con el sello de entrada en Perú en mi pasaporte me senté a esperar que todos tuvieran el suyo. Un perro vino atraído por el olor de mi bocadillo y el señor del puesto de mi lado empezó a hacerme bromas y a hablar conmigo. Hacía tiempo que no me pasaba eso.... sí, estaba en Perú.

El bus no hacía más paradas ya que los dos chóferes iban en el interior y también había wc en el pasillo, así que me tocó comer allá dentro los ricos bocadillos que me había preparado. Al terminar decidí dormir un poco, lo estaba consiguiendo cuando de pronto el bus bajó bruscamente, empezó a botar a toda velocidad y a culear... me asusté ya que justo mi amiga Lisbeth me había dicho que tuviera cuidado en esa ruta porque su primito había fallecido en un accidente hacía un mes. Por unos segundos no supe qué pasaba, sólo que el bus no iba bien. El chofér fue un gran profesional porque supo reducir correctamente y enderezar el bus. Cuando nos bajamos observamos que una de las ruedas traseras estaba destrozada. Con el susto en el cuerpo decidí relajarme haciendo fotos al hermoso paisaje. Parecía que aquello iría para largo. Aburrida de hacer fotos me puse a hablar con un grupo de australianos y así permanecimos una hora. Me preocupaban ahora dos cosas, la primera es que llegaría tarde y no tenía manera de avisar a Lisbeth y Johana de mi demora; la otra, que los coches al pasar junto al bus y ver un grupo de personas a un lado de la carretera tocaban el claxon como desesperados pero no disminuían la velocidad ¿es que acá no enseñan que ante cualquier peligro hay que reducir? Una locura.

Repuesta de todo susto, ya lo único que quería era llegar al Cusco. Aún quedaba mucho. Como estaba en la parte delantera del bus y los australianos eran los que estaban manejando el DVD, me dejaron escoger la última película. Buscando encontré Invictus y pensé que ya era hora de proyectar una buena. Sin embargo cuando llegamos a las afueras de Cusco estaban en el partido final, ya había salido Mandela a saludar y estaban a punto de hacer la Jaca cuando el bus paró, se encendieron las luces, entraron unas señoras ofreciendo alojamiento y nos quitaron la peli. Yo ya tenía alojamiento y esos 10 minutos que tardamos en llegar al terminal me habrían valido para ver el partido, qué mal.

Había pasado una hora y cuarentaicinco minutos de la hora acordada con las chicas. No sabía si seguirían allá, aunque intuía que sí. Tenía muchas ganas de verlas. En Francia habíamos sido vecinas de pasillo, habíamos convivido durante meses, habíamos compartido nuestra cocina y charlas nocturnas. Hacía un año que no nos veíamos. Cuando entrábamos en la terminal yo miraba impaciente por la ventana y.... ¡¡allí estaban las nenas, estaban allí, ay, qué bien!!

Fuimos a casa de Johi, donde me habían preparado una cama. Me duché y salimos. Pasamos primero por el bar de unos amigos donde se celebraba el cumple otra amiga, pero como tenía hambre fui con Lisbeth en busca de comida. Al ser un poco tarde pasamos primero por el restaurante de su hermano que ya estaba cerrado, así que nos mandó a otro.

Alimentada ya estaba lista para la noche. Noté una gran diferencia con Bolivia. Por un momento sentí que podía estar en cualquier bar de España. Como había mucha gente Lis me iba poniendo al tanto de los cotilleos y así poder seguir la conversación. De allá nos fuimos al bar de otros amigos donde seguimos hidratándonos con ron al son de música totalmente occidental. No era muy tarde cuando volvimos porque yo estaba muy muy cansada.

3 comentarios:

lobobailon dijo...

Joer, vaya diferencia, hasta en el puesto fronterizo. Me recuerda a cuando volví de Cuba, con lo tocahuevos que eran los de aduanas de allí, y cuando llegué a España, el Policia ni me abrió el pasaporte. ¡¡Qué gran sensación!!

Anónimo dijo...

a ver...si febrero tiene 28 días y el documento es para un mes...(dedicado para el Sr. Lobo ^^ )

Anónimo dijo...

El otro día vi yo también otra vez invictus...esto es telepatía...mmmmmm.Disfruta de la compañía largui!!